Hoy, más de 130 años después de que iniciara la primera gran jornada de acción internacional de un 1ero de mayo en defensa de los derechos de la clase trabajadora, nos encontramos con una sociedad atravesada por una transformación profunda relacionada al desarrollo y uso masivo de las tecnologías digitales. En dos décadas, los usuarios de internet a nivel mundial han pasado de ser tan sólo el 6,7% de la población mundial, en el 2000, a ser 62, 5% en el 2022. (1)

Las tecnologías digitales están transformando cada aspecto de nuestra vida, desde cómo entendemos al mundo (las redes sociales están reemplazando a los medios informativos tradicionales), cómo nos relacionamos socialmente y, claro está, cómo se organiza el mundo del trabajo y se reparte la riqueza que genera la clase trabajadora. Hoy más que nunca es fundamental preguntarnos desde América Latina cómo está afectando esta transformación digital a los derechos de los y las trabajadoras, desde las especificidades y retos particulares de nuestro continente.

 

Lo primero que debemos siempre enfatizar es que la tecnología no es neutra, se construye desde actores sociales que definen que tipo de problema va solucionar y que sobre todo qué tipo de solución ésta va a ofrecer. La tecnología es por esencia política, desde por qué, cómo y para quién se construye. En este sentido la transformación digital de nuestras sociedades está dirigida por intereses sociales y económicos muy concretos, y es fundamental recordar que actualmente está dirigida por grandes corporaciones privadas del norte global cuyo interés fundamental es la acumulación de capital bajo lógicas especulativas y profundamente monopólicas. 

 

En efecto, por un lado la falsa promesa de que la tecnología podría resolver mágicamente todos los problemas de nuestra sociedad se ha convertido en uno de los mejores argumentos para la especulación financiera: hoy en día 8 de las 10 más importantes corporaciones privadas en el mundo (medidas según su valoración en la bolsa) están directamente relacionadas con las tecnologías digitales. (2)

 

Por otro lado, las nuevas dinámicas de las economías de plataformas tales como Amazon, Uber, o el Marketplace de Facebook, ya de por sí extremadamente centralizadas, se encuentran en una lucha encarnizada por el monopolio absoluto de cada uno de sus sectores de negocio. Esta monopolización y acumulación de riqueza en pocas manos en realidad ya es un hecho consumado, a tal punto que el valor de mercado de Apple es mayor que Canadá, 8vo país más rico del planeta y empresas como Amazon valen más que el PIB de cualquier país latinoamericano. 

 

Además, los 8 multimillonarios más ricos de este planeta acaparan más dinero que la mitad de la población mundial, cuatro de ellos pertenecen a industrias tecnológicas y el más rico de ellos, Jeff Bezos, el dueño de Amazon, dispone de una fortuna que equivale a 30 veces lo que se necesitaría para acabar con el hambre en el mundo

según el director del programa mundial de alimentos de las Naciones Unidas. En este contexto de monopolización económica y poder corporativo jamás antes visto en la historia de la humanidad, la lucha por la defensa de derechos de la clase trabajadora en América Latina enfrenta retos fundamentales. 

El primero de ellos es simplemente quedar por fuera de esta reorganización de la división internacional del trabajo que se está dando fruto de la transformación digital de nuestras relaciones sociales. Sólo el 46% de los hogares tienen acceso a internet en América latina, y en países cómo Ecuador la penetración de Internet en el área rural es del 16,6%, frente al 82% de hogares con acceso a Internet en los países de la OCDE. (3) Nuestros países no cuentan con la capacidad de desarrollar tal infraestructura. Cabe recalcar que frente a esta brecha de acceso y de capacidad de desarrollo de infraestructura, vemos desarrollarse un fenómeno de colonización digital de nuestro territorio dónde empresas tales como facebook y whatsapp “ofrecen gratuitamente” sus servicios, en busca de la extracción de nuestros datos y ampliación de su postura de monopolio. 

Paradójicamente, tener acceso a Facebook y whatsapp no significa tener acceso a este proceso de transformación digital. Esta dinámica de colonización digital nos encasilla en un rol de usuarios, de productores de datos para grandes corporaciones y de ninguna manera nos abre las puertas hacia un desarrollo de la industria tecnológica latinoamericana. Esto es fundamental en términos laborales puesto que esta dinámica viene a reforzar la división internacional de trabajo en la cual nuestros países latinoamericanos están condenados a ser primarios exportadores, a tener las peores condiciones laborales y menor distribución de la riqueza generada.

El otro desafío fundamental es la forma en que la tecnología está transformando las relaciones laborales. Vemos actualmente cómo las dinámicas de trabajo a través de plataformas (como Uber, Didi, Cabify) han servido como punta de lanza para masificar trabajos precarios sin reconocimiento de derechos laborales, afectando primeramente a las y los trabajadores más precarios de nuestra sociedad tales cómo jóvenes o inmigrantes no regularizados. Esta generalización del trabajo precario, bajo la excusa de no reconocer relaciones de dependencia cuando están mediadas por la tecnología, no afecta únicamente a las y los trabajadores de plataformas sino que ejerce una presión sobre el conjunto de la clase trabajadora y la clase política hacia una normalización de trabajos precarios. En este sentido también es fundamental recalcar que la precariedad del trabajo no pasa únicamente por los salarios y el reconocimiento a derechos sociales tales como la seguridad social o la jubilación, la generalización de una gestión del trabajo a través de algoritmos y procesos automatizados pone cada vez más bajo presión a la clase trabajadora, quitándole mecanismo de negociación y de adecuación a sus condiciones particulares de vida.

Queda mucho por decir aún sobre esta disputa y estamos apenas empezando a entender los efectos de la transformación digital en nuestras sociedades, pero claramente las dinámicas de refuerzo de la división internacional del trabajo, de exclusión de trabajo digno, y de precarización laboral, están generando una nueva periferia digital dentro del proceso de globalización tecnológica del trabajo. Frente a este contexto la organización de trabajadoras y trabajadores tiene claramente grandes desafíos, los cuáles sólo pueden hacerse frente con organización colectiva. 

F. Da Silva y G. Nuñez. (2021). “La era de las plataformas digitales y el desarrollo de los mercados de datos en un contexto de libre competencia”. Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL)

En ese sentido la disputa por una tecnología soberana, democratizada y accesible a todas y todos será fundamental para crear nuevas oportunidades que abrirán sin duda nuevas fases de organización social y convergencia de luchas para América Latina.

1. Cifras del Banco Mundial y del informe anual Digital 2022 publicado por We are Social.

2. F. Da Silva y G. Nuñez. (2021). “La era de las plataformas digitales y el desarrollo de los mercados de datos en un contexto de libre competencia”. Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).

3. cifras de la OCDE.

 

 

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